martes, 18 de marzo de 2014

Hospitales...como los detesto!!


Como muchos, siento un particular rechazo hacia los hospitales. He pasado por ellos numerosas veces, algunas como paciente, otras como visitante, otras como aprendiz de médico, pese a todo jamás pude acostumbrarme  a los pasillos de loza, a las paredes blancas y verdes,  el penetrante olor a yodo y desinfectante
.
Nunca he dejado de verlos como un sitio tétrico y es que como no hacerlo si veo a la gente sufrir tanto física como emocionalmente, puedo sentir el dolor de la gente, tanto de los que están ingresados como de sus acompañantes. Dolor, llanto, desesperación, gente angustiada, gente que reza y otras que pierden la fe y las esperanzas. Muchas emociones en un solo lugar, pero sin duda todo se resume a una sola cosa, a esa sensación inminente de peligro, a saber que la señora de velo negro y guadaña anda rondando cerca,  como un misterioso sujeto que camina disimulado e inexpresivo entre los presentes. Sientes esa inquietud en la espalda, volteas y no encuentras nada, pero aun así el corazón se te estruja.

Todo es impredecible, por una nimiedad te puedes llegar a quedar, y tras un asunto grave puede que te den el alta, nada es lo que parece. He visto partir a un ser amado, como así también la llegada de muchos otros. Las cosas ocurren de forma rápida, espontanea, idas y venidas que causan vértigo, todo bajo aquel efecto embobante del olor a yodo y desinfectante, al color verde de las paredes y las losas de los pisos brillosas que agotan la vista haciéndote perder la noción del espacio y el tiempo.

Se pierde el control de sí mismo y de los demás, comerás lo que te digan, cuando te digan,  te verán cuando ellos quieran, y quienes quieran visitarte tendrán que hacerlo en los horarios que dispongan. Puede que todo esto sea por nuestro bien y es lógico desde ese punto, pero se vuelve absurdo cuando no se tiene la certeza de lo que pueda llegar a pasar.

Los hospitales te alejan de la gente que amas, porque son un limbo, la última parada consiente donde tanto médicos como pacientes llevan a cabo la lucha final contra Dios, contra sus intenciones, intentando convencerlo de extender el crédito de vida, para poder disfrutar de este mundo un poco más.
Esa lucha, para quien no la vive es un suplicio, los que somos meros espectadores tenemos el duro trabajo de mantener la compostura, la fe, simplemente esperando el resultado.

Por eso a veces me pregunto, en el territorio de los bata-blanca, quienes son realmente los pacientes?


Hospitales, podrán ser tan acojonantes como deseen, podrán asustarme con su frialdad, sus agujas y el olor a alcohol, podrás intentar mantenerme alejada de la gente que amo pero créeme, nunca, nunca lo lograras, porque aunque tu burocracia me pida que me quede afuera, jamás podrás asustarme lo suficiente como para que abandone a alguien que me importa, antes me pondré una bata y me uniré a tu tribu, me uniré a la lucha si es necesario.

Raven Scarlett