No es frecuente, pero ocurre que durante nuestra vida
aparecen pocas personas con las cuales formamos lazos muy fuertes de una manera
increíble, al primer encuentro sentimos una sensación de familiaridad
inexplicable, como si la conociéramos de toda la vida. Nos generan confort, una
sensación de seguridad y sobre todo un amor inmenso que nace desde lo más
profundo de nuestro ser.
Formamos con ellos una fuerte amistad que trasciende todo lo
que creíamos saber al respecto, de repente nos volvemos a plantear si a los que
antes llamábamos “amigos” ahora podemos darles ese título efectivamente pues no
se compara a lo que vivimos con este ser. Otros más afortunados se animan a conformar un romance, un
amor fuerte y estable, con completa entrega.
Los más cobardes no nos animamos,
¿por qué? Pues son muchas cosas a tener en cuenta, la primera es si seremos
correspondidos (el bendito temor al rechazo), la segunda es si no lo
arruinaremos una vez siendo pareja. Es que vamos, son personas tan especiales
que da pánico la sola idea de volver a estar sin ellos, sin su presencia.
No. Da miedo y pensamos que es mucho mejor no enamorarse de
ciertas personas. Después de todo, sentimos amor, de eso no hay duda, pero es
un amor abierto, honesto y desinteresado. Deseamos ver a la otra persona feliz
sin importar lo que elija, mientras nos permita la dicha de verlo sonreír así
no seamos nosotros los causantes de esa alegría.
Encontrar a lo que muchos llaman “almas afines” sin duda es
una experiencia como pocas, es de las mejores cosas que te pueden pasar en la
vida, sentir plena conexión o entendimiento con otro simplemente no hay
palabras para describir lo maravilloso que es.
Pero al mismo tiempo, siempre trae consigo el recuerdo de la
soledad. Nos plantearemos si esto que sentimos es unilateral o también nace de
la otra persona, si es posible que provoquemos estas febriles e intensas
sensaciones en alguien o si tan solo somos un “amigo más”.
También está la cuestión de que toda alma afin, es
candidata a “alma gemela” pues, esta vendría a ser la más afin de todas las
almas. Pero no siempre es fácil reconocerla, no siempre es quien creemos,
muchas veces morimos sin encontrarla pese a que tenemos la certeza de que esta
existe. Para mí el caso más triste de todos es cuando una de las dos no
reconoce a la otra, pues el hecho de encontrarse no implica que deban estar
juntos, aun así la otra sufrirá el doble al verse consiente de su cercanía y a
la vez de la terrible distancia que los separa, el que su otra mitad elija a
alguien más.
Esto me hace pensar nuevamente en lo difícil que es el amor,
sin embargo dudo que pudiéramos vivir sin él, es la sensación agridulce que da
emoción a nuestras vidas y cuando por fin llega el indicado, sentimos que todo
valió la pena.
Raven
No hay comentarios:
Publicar un comentario