La Inocencia, una
amiga extraviada
De pequeños todos la tuvimos, pero ninguno fue consciente de
ello, es más ni siquiera sabíamos que existía, quizás la primera inocencia que
conocimos fue Inocencia Van Houten la mama de Milhouse. Por lo demás, solo era
aquella cualidad que nuestros padres siempre resaltaban y catalogaban como lo
mejor de ser niño/a.
A veces me pregunto porque no éramos conscientes de ello,
pienso que en parte porque nuestra mente de pequeños es más simple, se enfoca
solo en lo que vemos y sentimos en el momento.
También es posible que al no tener tanta experiencia del
mundo adulto no podíamos comprarlo con nuestra realidad infantil y ver qué
cosas teníamos que a ellos les falta. Es por eso que con cinco años, no hubiera
podido definir que es la inocencia, dos décadas después puedo reflexionar lo
siguiente:
“La inocencia era poder decirle a cualquiera que tu bebida
preferida era el licuado porque te gustaba tanto la dulce banana como la rica
leche, sin que el otro te mirara con cara de circunstancia, sin que alguien
estallara en carcajadas”
Y es que si señores,
el mundo infantil es mucho más sencillo las cosas son lo que son y nada
de doble sentido. Resulta que después uno crece solo para descubrir las
segundas definiciones de : banana, polvo, concha, etc. Ya no se puede decir : “¿Quieres un pete?” y esperar que el otro no se desilusione
cuando le alcanzas esa gomita en forma de chupete que fabricaba billiken.
A medida que crecemos incorporamos más conocimientos y
ampliamos nuestro campo de visión ante las situaciones, también la manera de
pensar o mejor dicho…mal pensar. Tener conocimientos en temas tabú como el sexo,
las drogas, las controversias, pero que al mismo tiempo resultan tan atractivas
y seductoras como el mismo lado oscuro de la fuerza nos hace siempre o las mayorías
de las veces, torcer nuestros pensamientos para ese lado.
Como digo, de pequeño uno es más simple, lo más atractivo y seductor que hay son las
propagandas de juguetes nuevos.
Resulta curioso como al plantearme hoy en día esto, hice
memoria sobre algunos programas de televisión que veía de chica. Programas que
a mi madre siempre le resultaban molestos, enajenantes, un completo atentado a
la moral y las buenas costumbres.
Por ejemplo, nunca caíamos en cuenta de que en “Los
picapiedras” trataban temas como la infertilidad, la ludopatía, los conflictos
de pareja, los arrebatos de ira. Para nosotros simplemente era -: Hey mira,
tienen un perro dinosaurio!! Genial!!
Ya algo más actual y como anécdota mía, está un episodio de "Rocko Modern Life" (La
vida moderna de Rocko) un dibujito que pasaban por Nickelodeon cuando realmente
te podías pasar horas frente a la pantalla sin cambiar de canal porque todo era
bueno.
Siendo franca, Rocko no me gustaba mucho porque no lo entendía,
era bizarro, los personajes raros y los
chistes no daban gracia. O al menos eso pensaba con siete años, hoy me doy cuenta que no es que el programa
era malo, los chistes era muy adultos y doble sentidistas.
Este capítulo del que hablo, a Heffer el amigo bovino de
Rocko, lo conectan a una máquina de esas para ordeñar vacas. Este se queja al
principio y después pone una cara de placer, que en ese entonces me resultaba
incomprensible, es más me resultaba molesto no entender cuál era el maldito
chiste de esa situación.
Años después, volviéndolo a ver, entiendo otro par de cosas
que en su momento pasaron por algo, por ejemplo…Heffer es macho…la maquina
succiona…conclusión: Alta mamada le hicieron al torito. Quien diría que era un
programa en un canal exclusivamente infantil que lo emitían en horario de la
tarde. ¿Qué pretendían con ello?
Hoy me rio y comprendo la insistencia de mi familia en que
apagara el televisión y saliera a fuera a jugar. De hecho prestándole atención a
los programas que ven mis hermanos/primos/sobrinos hay banda de situaciones en
las que yo les hallo doble sentido, cosas que ellos simplemente ignoran y se ríen
de las cosas más tontas y sencillas…PUDIN!! Jajajajaj ella dijo PU-..Y después dijo
..DIN jajajaja
Ahhh demonios!! Como extraño esa época! Ciertamente la
inocencia venia de la mano con la ingenuidad, sin embargo reíamos con mucha más
facilidad, éramos más despreocupados, más sencillos, vivíamos el momento sin
otra angustia más que hacer la tarea el domingo a última hora.
Pero la realidad es otra, el tiempo pasa, las cosas cambian
uno cambia y el crecer es algo inevitable. Ojo tampoco es malo, todo lo
contrario crecer trae consigo muchas nuevas , oportunidades, amigos y
lugares. La inocencia se va, quizás no
de la noche a la mañana, quizás no después de la primera charla sobre el sexo,
no después del primer video porno visto a escondidas, no después del primer
beso, pero se va yendo a medida que incorporamos experiencias y va dejándole el
paso a la sabiduría, a la viveza.
Nos volvemos más experto en esta vida, caminamos con
confianza, usamos lo que aprendimos y cuando miramos atrás por fin podemos
decir que nos reímos de esos chistes a conciencia.
Quizás la inocencia nos abandonó, pero no sé si de poderse
me hubiera gustado que se quedara, si tuviera que elegir cuales aspectos de mi niñez
conservar seria el espíritu infantil, ese que nos hace reírnos por cualquier
cosa, no temerle al ridículo o al “que dirán”,
disfrutar a pleno cuando hacemos lo que nos gusta, festejar nuestros logros por
muy pequeños que sean.
Conclusión:
La inocencia me vale
madres, la próxima vez que alguien te lo diga como cumplido mándalo a la mierda
porque en el fondo te está diciendo que eres un bruto ignorante y ya vez, tu
muy listillo asientes …Dahh!
….Realmente no puedo creer que al toro le hacían un pete, en
serio que clase de cosas veía yo cuando era chica, ahora entiendo porque
estamos como estamos. Aun así, la década
de los 90’ fue genial para haber crecido.