Hospitales...como los detesto!!
Como muchos, siento un particular rechazo hacia los
hospitales. He pasado por ellos numerosas veces, algunas como paciente, otras
como visitante, otras como aprendiz de médico, pese a todo jamás pude
acostumbrarme a los pasillos de loza, a
las paredes blancas y verdes, el
penetrante olor a yodo y desinfectante
.
Nunca he dejado de verlos como un sitio tétrico y es que
como no hacerlo si veo a la gente sufrir tanto física como emocionalmente,
puedo sentir el dolor de la gente, tanto de los que están ingresados como de
sus acompañantes. Dolor, llanto, desesperación, gente angustiada, gente que
reza y otras que pierden la fe y las esperanzas. Muchas emociones en un solo
lugar, pero sin duda todo se resume a una sola cosa, a esa sensación inminente
de peligro, a saber que la señora de velo negro y guadaña anda rondando cerca, como un misterioso sujeto que camina disimulado
e inexpresivo entre los presentes. Sientes esa inquietud en la espalda, volteas
y no encuentras nada, pero aun así el corazón se te estruja.
Todo es impredecible, por una nimiedad te puedes llegar a
quedar, y tras un asunto grave puede que te den el alta, nada es lo que parece.
He visto partir a un ser amado, como así también la llegada de muchos otros. Las
cosas ocurren de forma rápida, espontanea, idas y venidas que causan vértigo,
todo bajo aquel efecto embobante del olor a yodo y desinfectante, al color
verde de las paredes y las losas de los pisos brillosas que agotan la vista haciéndote
perder la noción del espacio y el tiempo.
Se pierde el control de sí mismo y de los demás, comerás lo
que te digan, cuando te digan, te verán cuando
ellos quieran, y quienes quieran visitarte tendrán que hacerlo en los horarios
que dispongan. Puede que todo esto sea por nuestro bien y es lógico desde ese
punto, pero se vuelve absurdo cuando no se tiene la certeza de lo que pueda
llegar a pasar.
Los hospitales te alejan de la gente que amas, porque son un
limbo, la última parada consiente donde tanto médicos como pacientes llevan a
cabo la lucha final contra Dios, contra sus intenciones, intentando convencerlo
de extender el crédito de vida, para poder disfrutar de este mundo un poco más.
Esa lucha, para quien no la vive es un suplicio, los que
somos meros espectadores tenemos el duro trabajo de mantener la compostura, la fe,
simplemente esperando el resultado.
Por eso a veces me pregunto, en el territorio de los bata-blanca,
quienes son realmente los pacientes?
Hospitales, podrán ser tan acojonantes como deseen, podrán asustarme
con su frialdad, sus agujas y el olor a alcohol, podrás intentar mantenerme
alejada de la gente que amo pero créeme, nunca, nunca lo lograras, porque
aunque tu burocracia me pida que me quede afuera, jamás podrás asustarme lo
suficiente como para que abandone a alguien que me importa, antes me pondré una
bata y me uniré a tu tribu, me uniré a la lucha si es necesario.
Raven Scarlett